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Nosotras, las mujeres del sur y del norte de la Marcha Mundial, nos reunimos en nuestro 12º Encuentro Internacional, del 29 al 31 de octubre, venimos de 50 países para compartir nuestras luchas, construir un análisis común y fortalecer así nuestras acciones. La pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades subyacentes y las múltiples crisis del sistema, la mercantilización y privatizaciones de los servicios públicos, la degradación de la naturaleza y la crisis ecológica que impulsa la crisis climática. Nos enfrentamos al agravamiento del conflicto entre el capital y la vida. La explotación aumenta y las mujeres son las más afectadas. Los intereses corporativos se anteponen a la salud, como vemos en el acceso desigual a las vacunas en todo el mundo, los escasos servicios públicos y atención mínima a otras enfermedades, a la salud sexual y reproductiva. Las corporaciones multinacionales roban y saquean las tierras, sin ningún respeto por los derechos humanos, e imponen deudas ilegítimas a los pueblos de todos los continentes del mundo.
El ascenso de gobiernos autoritarios y de fuerzas conservadoras y fundamentalistas ha hecho retroceder los derechos por los que hemos luchado. Nos enfrentamos a una violencia y una militarización crecientes para controlar nuestros territorios, nuestras vidas, nuestro trabajo político, nuestros cuerpos y nuestras sexualidades. Las nuevas formas de colonialismo se reflejan en las políticas migratorias racistas, el cierre de fronteras, la criminalización de las personas refugiadas y el aumento de los bloqueos económicos, políticos y financieros a pueblos cuyos gobiernos no se pliegan a los intereses de ese sistema depredador. El capitalismo avanza con una perspectiva neoliberal conservadora, fundamentalista y autoritaria, imponiendo un proyecto de muerte y criminalizando a los movimientos sociales que se atreven a oponerse a él, mientras propone falsas soluciones, como el capitalismo verde.
Consciente y deliberadamente, los actores del capital, patriarcal y racista, imponen una serie de políticas que privilegian la ganancia de unos pocos a los intereses de la mayoría de la humanidad, provocando el deterioro de las condiciones de vida y profundizando la marginación y discriminación de las comunidades más desfavorecidas: refugiadas, trabajadoras agrícolas, trabajadoras migrantes, LGBTQI+, personas ancianas, personas sin vivienda, personas con discapacidad, cuerpos racializados, etc. Simultáneamente han generado crisis en los sectores de vivienda y han reducido los servicios de salud sexual y reproductiva, acentuando la vulnerabilidad de las mujeres e identidades femeninas a la violencia basada en género y la exclusión económica. Los Estados alineados con el capitalismo respondieron a las crisis reforzando los discursos individualistas, y sus políticas patriarcales, racistas, heteronormativas, haciendo uso de la militarización, la exclusión fronteriza y criminalización de la migración.
Por otro lado, nosotras las mujeres respondimos a la pandemia reforzando la solidaridad para asegurar condiciones de vida y proveer alimentos, asistencia en salud y el acceso mínimo a insumos, mientras resistimos y nos organizamos, exigiendo políticas públicas para enfrentar la pandemia, como el acceso a la vivienda, a la salud, a los bienes productivos, a las vacunas, a políticas para proteger el empleo, los derechos laborales y los ingresos durante el aislamiento social.
Nosotras, la Marcha Mundial de las Mujeres, resistimos al sistema capitalista patriarcal y denunciamos la política intervencionista del imperialismo, el sionismo y todas las formas de ocupación racistas y neocoloniales, los fundamentalismos religiosos y los intentos de cooptación de las luchas feministas. Reafirmamos nuestro compromiso de seguir en marcha, resistiendo para vivir y transformar los sistemas que generan pobreza y violencia contra las mujeres.
Reafirmamos el poder de nuestra organización a nivel local, regional y nacional como base de la fuerza de nuestro movimiento internacionalista. Llamamos a todas las mujeres, grupos y organizaciones de mujeres a seguir organizando y acumulando poder a través de la organización popular, procesos de educación y comunicación popular, construcción de acciones colectivas y de economía feminista para tomar las calles. Reconocemos el poder de las redes sociales y traemos Capire para que sea la voz que conecta a todas las mujeres comprometidas con nuestro movimiento y nuestras alianzas en defensa de una vida digna.
Nos hemos posicionado colocando el principio de la sostenibilidad de la vida en el centro, reafirmando que somos ecodependientes e interdependentes. Queremos vivir en armonía con la naturaleza y construyendo nuevas relaciones sociales con base en la reciprocidad del cuidado y reforzando los comunes. Nos comprometemos también a luchar contra los feminicidios, contra todas las violencias machistas y contra la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Desde nuestros acumulados políticos y experiencias de lucha internacionalista, seguimos comprometidas con la construcción del feminismo con los movimientos aliados desde el nivel local hasta el regional e internacional.
Estamos en solidaridad con todas las mujeres y pueblos en lucha por su soberanía y autodeterminación: de Afganistán, Palestina, Sudán, Kurdistán, Sahara Occidental, de Cabo Delgado, así como las mujeres mapuche, del pueblo Q’eqchi de Guatemala, de Honduras, El Salvador, Cuba y Venezuela, y a todas las mujeres migrantes exiliadas que son obligadas a huir de sus países y sufren todas las formas de violencias.
Reafirmamos la libertad, la igualdad, la justicia, la paz y la solidaridad como nuestros valores fundamentales. Llamamos a la solidaridad permanente con las mujeres y los pueblos que luchan por la autodeterminación de sus vidas, cuerpos y territorios. Nosotras mujeres debemos seguir en marcha, ¡hasta que todas seamos libres!
31 octubre 2021