Como inicio de las actividades internacionales de 2022, la Marcha Mundial de las Mujeres organizó en enero el webinário «Solidaridad feminista contra el poder empresarial». Asistieron mujeres de la MMM de varios países y movimientos y organizaciones aliadas que lideran resistencias anticapitalistas contra las empresas transnacionales.
El objetivo era presentar la versión turca del libro «Crítica feminista del poder corporativo» (SOF, 2019) y proponer una reflexión colectiva denunciando las violencias sistemáticas del capitalismo y presentar nuestras alternativas construidas en las luchas. Además, fue una oportunidad para iniciar la construcción estratégica para el 24 de abril, fecha en la que la MMM realiza las 24 horas de solidaridad feminista internacional contra el poder de las empresas transnacionales.
Escuchamos las contribuciones de Tica Moreno, de la MMM Brasil y Sempreviva Organização Feminista (SOF), Julia García, de la Secretaría Ejecutiva del Movimiento de Afectados/as por las Presas (MAB, Brasil) y coordinadora de la Campaña Global para Recuperar la Soberanía de los Pueblos, Desmantelar el Poder de las Empresas Transnacionales y Acabar con la Impunidad, Avantika Tewari, de IT for Change, y Princess Nemenzo, de la MMM Filipinas.
El libro «Crítica feminista del poder corporativo» está disponible para su descarga en español, portugués y turco, y también cuenta con una serie de animaciones en el youtube de la MMM Brasil en español, inglés, francés y portugués:
Consulte a continuación un breve resumen de las presentaciones del seminario web
Tica Moreno, de Brasil, inició el webinario enfatizando que nuestra crítica feminista al poder corporativo no es un proceso nuevo pues ya hemos vivido muchos años de financiarización del neoliberalismo, violencia del capitalismo y aumento del autoritarismo de derecha que impactan en los procesos de organización y desinformación popular. Las empresas transnacionales han ido ganando cada vez más control sobre las personas y los territorios, además de actuar en la construcción de un imaginario de lo público y lo común para que el sector privado se convierta en una referencia como agente de desarrollo de los pueblos. Por eso vemos que las políticas estatales se ponen a favor de las empresas y de la privatización. Otro factor que afecta a nuestras vidas es la expansión del aparato represivo y la militarización. La expansión de las asociaciones público-privadas y la privatización de la democracia es lo que llamamos autoritarismo de mercado.
Y vemos con esto el horizonte de dominación de las corporaciones para construir otro modelo de gobernanza global donde tengan participación directa como agentes. Esto no es sólo palabrería, ya está en la práctica. Lo vimos el año pasado con la cumbre de sistemas alimentarios de la ONU, vimos el movimiento de Bill Gates en el tema de la alimentación. Vemos estos procesos internacionales que empiezan a adoptar una lógica mercantil al servicio de los sectores privados, y cada vez más la ONU ha estado al servicio de las corporaciones. Esto no es nuevo, desde la MMM ya hemos criticado los ciclos de conferencias sociales de la ONU que dan cada vez más espacio al neoliberalismo.
En este contexto, la agenda feminista se ve afectada. El discurso feminista liberal hegemónico ha sido actualizado por las grandes ONG internacionales, que han identificado la necesidad de reducir el impacto de la acción empresarial en la vida de las mujeres y, por tanto, han invertido en la agenda de género. Pero sabemos que las mujeres de los territorios quieren mantener sus modos de vida sin la presencia de las empresas transnacionales y no reducir sus impactos. Podemos ver la imposición de agendas y la creación de nuevos mercados con fundaciones e institutos como Coca Cola que se presentan como defensores de las mujeres y aumentan la financiación de proyectos sociales dirigidos a las mujeres. En la cuestión de la autonomía, por ejemplo, la industria farmacéutica impone sus medicamentos anticonceptivos como solución, etc. Y con ello, las luchas por los derechos se convierten en la lucha por el acceso.
En este sentido, Princess Nemenzo de la MMM en Filipinas complementó compartiendo sobre la experiencia vivida en Filipinas, que con la pandemia, el capitalismo ha legitimado el poder de decisión del poder corporativo sobre quién vive o muere. Destacó el importante papel de la industria farmacéutica, que paga a sus propios investigadores locales para que realicen sus propias pruebas, ya que el sistema sanitario es precario y sólo es viable para los que pueden pagar. También citó el ejemplo de la vacunación contra el dengue, donde hubo casos de corrupción y precios abusivos para que la gente pudiera acceder a las vacunas.
Avantika Tewari, de IT for Change, subrayó que la lucha va más allá de la caza de las empresas y del poder corporativo, cosas que obviamente debemos desmantelar. Pero también hizo hincapié en la necesidad de pensar en «cómo sería un sistema anticapitalista». Tenemos que crear estructuras alternativas para la acción colectiva y los bienes comunes sociales, especialmente en un momento en el que sabemos que estamos ante algo nuevo. Este es el capitalismo en crisis, pero el capitalismo en su fin, en una revolución para convertirse en capitalismo de datos. Hoy en día, tenemos el monopolio de las redes dentro del sector del big data [tecnología de procesamiento masivo de datos y también de los algoritmos de minería, lo que ha llevado a la mercantilización de la producción social del conocimiento, las artes, las comunicaciones y la información. Todo ello en forma de capital, que ha creado una deuda digital global que representa un impacto peculiar en el «sur global».
Julia García, del MAB – Brasil y coordinadora de la Campaña Global para acabar con la Impunidad del poder corporativo compartió sobre el desarrollo de la campaña que existe desde 2013, con la importante acción de generar entendimiento sobre la responsabilidad de las empresas transnacionales en los territorios donde operan. Explicó que esto va en contra de que los países tengan una legislación propia, pero laxa, que permita este tipo de acciones depredadoras de las empresas en sus territorios, de los bienes comunes, de las mujeres, de la mano de obra.
En este sentido, la Campaña propone un Tratado Internacional de los Pueblos, como marco político que visibilice y apoye a los movimientos y comunidades en sus respectivas resistencias e implementación de alternativas al poder de las empresas transnacionales.
También participa en el esfuerzo por establecer un Tratado Vinculante en las Naciones Unidas para regular las operaciones de las Empresas Transnacionales y poner fin a su práctica de violar sistemáticamente los derechos humanos. La Campaña pretende ser una herramienta para profundizar en la resistencia a nivel local, regional y mundial.