Declaración: Marcha Mundial de las Mujeres Asia del Este-Sureste y Oceanía
Bali 11 de mayo de 2023
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Oceanía, Asia Oriental y el Sudeste Asiático son territorios estratégicos en las crecientes tensiones geoeconómicas y políticas. Estas tensiones se dejan sentir de forma muy concreta en los cuerpos y territorios de las mujeres de la región. La situación política y económica actual tiene raíces históricas en la situación vivida por las mujeres de Guam, Indonesia, Filipinas, Corea del Sur y Nueva Caledonia, países marcados por sucesivas colonizaciones y/o dictaduras militares.
Desde Nueva Caledonia hasta Corea, las mujeres denuncian cómo la seguridad se convierte cada vez más en una excusa para el aumento de la militarización en nuestra región. Ya sea en Guam, colonia estadounidense con el 30% de su territorio ocupado por bases militares estadounidenses, en Corea del Sur o en Filipinas, donde la lucha popular consiguió expulsar las bases militares en los años 90, pero que hoy se enfrenta a la presencia militar estadounidense -aunque no de forma permanente-, la realidad es la misma: donde hay concentración de militares, hay violencia contra las mujeres y explotación sexual en la prostitución. El patriarcado racista sigue siendo sostenido por el capitalismo militarizado y es profundizado por este sistema.
Los territorios se militarizan por los conflictos -pasados, presentes o futuros- pero también por los intereses económicos de las élites nacionales y de las empresas transnacionales, especialmente mineras. Esto se concreta en los territorios y en la vida de las mujeres afectadas por la agresión del desarrollo.
Y, aquí, las mujeres se están levantando. Por ejemplo, en Indonesia, en defensa de la tierra, de la naturaleza, de sus propias vidas, ponen sus cuerpos frente a las máquinas de destrucción, para detenerlas y frenar el avance de las corporaciones transnacionales. La experiencia de las mujeres demuestra que existe una relación muy estrecha entre la minería y la militarización expresada en la violencia contra las mujeres y la pobreza.
Las mujeres se enfrentan a conflictos agrarios, al acaparamiento estructural de tierras y a la privatización de los bienes comunes. Esta ofensiva permanente del capital contra la vida expulsa a las comunidades y pueblos indígenas mediante la violencia directa o la destrucción de las condiciones de vida.
Tsunamis, tifones, inundaciones. Esta es una región frecuentemente afectada por desastres climáticos extremos, cuyos impactos se multiplican exponencialmente por la acción humano-capitalista, y por el neoliberalismo que prioriza la protección de la inversión privada, mientras las personas se enfrentan a la contaminación y son vulnerables viviendo con infraestructuras deficientes. Es necesario cambiar el sistema para no cambiar el clima.
Por eso las surcoreanas participan en la lucha contra la voluntad de Japón de verter residuos radiactivos en el océano Pacífico. Ya se trate de energía o de armas nucleares, el impacto de la contaminación frente a las catástrofes es el mismo para las personas y para la naturaleza en su conjunto.
La contaminación y la acidificación de los ecosistemas marinos, así como la ocupación militar de islas y costas, repercuten directamente en los cuerpos y la salud, pero también en las condiciones de vida y la autonomía económica de los pescadores, incluidas las pescadoras. En Indonesia, las pescadoras luchan por su sustento y por el reconocimiento de sus derechos como pescadoras, al tiempo que defienden y protegen las aguas, en una relación recíproca de cuidado del mar – al tiempo que son cuidadas por él. La resiliencia y el cuidado de los mares es una oposición directa a las propuestas capitalistas en nombre de la sostenibilidad, como la «economía azul», un proyecto de grandes inversiones en turismo corporativo y megaproyectos de apropiación privada en la naturaleza oceánica, insertándola en la dinámica del mercado de carbono financiarizado.
Las mujeres se levantan y enfrentan a los gobiernos autoritarios subordinados a los proyectos de dominación en la región. Desde los movimientos populares, construimos un feminismo popular necesariamente antiimperialista y anticolonial. Con creatividad, resiliencia y persistencia, enfrentamos las relaciones capitalistas-patriarcales y creamos formas alternativas de vida – con autonomía económica, estrategias para garantizar el acceso al derecho al aborto y a la autonomía corporal, y procesos de sanación y organización de mujeres sobrevivientes de múltiples violencias. Son condiciones para evitar que más mujeres caigan en la prostitución, especialmente entre las víctimas de desastres climáticos.
Recuperando la historia de la creación de la Marcha Mundial de las Mujeres, cuando en los años 2000 afirmamos que una alternativa al neoliberalismo era posible, y construimos un movimiento internacionalista contra las raíces que causan la pobreza y la violencia contra las mujeres. Con la economía feminista nos proponemos subvertir y superar el capitalismo, porque nuestra vida en común es incompatible con este sistema. Nos reconocemos en las luchas de las demás, desde nuestras realidades compartidas y desde nuestras fortalezas únicas. Nos comprometemos a, juntas, aprender, seguir y ampliar la organización del feminismo popular en nuestros países, en nuestra región y a nivel internacional.
¡Resistimos para vivir, vivimos para transformar!
Marcha Mundial de las Mujeres – Asia del Este-Sureste y Oceanía.
Bali 11 de Mayo 2023