Paz y Desmilitarización

Los conflictos no son todas del mismo tipo: hay conflictos coloniales (Inglaterra en la India y África del Este, Oriente Medio, etc; Francia en Argelia, en África del Oeste, etc); conflictos de agresión (Alemania contra Bélgica, Francia, etc, en 1939); conflictos de ocupación (Israel en Palestina, etc); conflictos de integrismo religioso (entre diferentes confesiones o diferentes corrientes en el seno de una misma confesión), como el comunalismo[1]; conflictos orquestadas por dictadores contra su población (Batista en Cuba, Pinochet en Chile, Marcos en las Islas Filipinas, etc). Muchos conflictos son presentados para el mundo exterior como conflictos étnicos entre tribus o grupos dentro de un país o región, mientras que los verdaderos motivos económicos permanecen ocultos. En realidad, muchos conflictos son lucrativos o conflictos económicos (Irak, Región de los Grandes Lagos, etc) provocados para controlar recursos naturales (petróleo en Irak, coltán para teléfonos celulares en la región de los Grandes Lagos Africanos) y las riquezas que estos prometen, así como para promover las industrias de armas, de milicias privadas y de la industria local de seguridad.

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La lista de conflictos armados es inmensa, pero se diferencian entre ellos porque algunos tienen una amplia cobertura mediática[2] – Afganistán, Colombia, Darfur, la región de los Grandes Lagos, Irak, Palestina – y otros permanecen olvidados: País Vasco, República Central Africana, Chad, Chipre, Haití, México, Uganda… También debemos considerar los países que están involucrados a distancia en conflictos, debido a sus intereses comerciales y de la venta de armas, como Inglaterra, China, Francia y Estados Unidos, etc.

Guerra, conflictos y militarización son expresiones de la violencia hecha natural en los sistemas capitalista y patriarcal, y los medios utilizados por estos sistemas para mantener su dominio[3]. Aún más, la militarización refleja la división de los roles en el patriarcado: el concepto de masculinidad es asociado con la violencia y las armas, lo que se refleja en la idea de que las mujeres necesitan de protección de los hombres y de las armas.

Es la institución militar que contribuye, de diferentes maneras, a formar hombres jóvenes con el fin de que ocupen el sitio dominante en la sociedad (en la jerarquía de relaciones sociales entre los sexos). El ejército puede ser considerado como una de las organizaciones patriarcales más importantes de cualquier sociedad y una de las más reveladoras respecto a la desigualdad que caracteriza las relaciones hombres-mujeres: jerarquización del poder, culto al jefe y su dominación, obediencia, violencia física, ausencia de espíritu critico, un círculo cerrado de los “chicos”,  etc. Este modelo de masculinidad asociado a la fuerza y a la agresividad es una referencia creciente para los jóvenes, y muchas veces se suma al racismo en la formación de bandas.

En los sitemas capitalista y patriarcal, las elites económicas actuan junto al Estado de distintas maneras – especialmente através de gobiernos a su servicio – para mantenir el control de los pueblos y de las mujeres. Ellos logran esto sea através del aumento de la represión por medio del refuerzo de las fuerzas policiales y de infiltración y la adopción de políticas de tolerancia cero, que alimentan aún más el espiral de violencia; sea por la criminalización de las personas que viven en la pobreza o que luchan contra ella, como las migrantes y los movimientos sociales. Este control es también mantenido por la provocación o la omisión frente a conflictos que son encendidos por territorios delimitados, por unos pocos empleos y por unos pocos recursos públicos.

El cuerpo de las mujeres: un campo de batalla para los soldados

Las mujeres han siempre padecido los males de la guerra, psicológicamente, socialmente, económicamente y físicamente. Así pues, desde la antigüedad hasta el presente, la violación masiva de las mujeres es parte integral de la guerra. Las mujeres  y sus cuerpos fueron consideradas unas veces como botín de guerra, otras como moneda de cambio (la lucha por el control de los cuerpos de las mujeres – un recurso igual a cualquier otro – visto como un motivo legítimo para el conflicto), como reposo del guerrero, como campo de batalla (su cuerpo era identificado como suelo enemigo), etc. En todos estos casos, las mujeres son rebajadas al rango de objeto y percibidas como propiedad del hombre.

La violación se utiliza para humillar, deshonrar y desmoralizar al enemigo, también como un medio de propaganda militar o bien como ha ocurrido más recientemente, como política de purificación y limpieza étnica (como en Bosnia-Herzegovina en el transcurso de la guerra en ex-Yugoslavia), o como acto de genocidio en Ruanda, o como instrumento de terror político en Haití, o como símbolo de victoria.  Aún peor, las consecuencias de esta brutalidad no se limitan a lo físico (desgarros, fístulas, HIV/SIDA y otras enfermedades sexualmente transmisibles o embarazo) y a lo psicológico (depresión, pérdida de autoestima, culpa, etc). Una mujer violada (y su hijo fruto de la violación) es frecuentemente aislada y marginalizada por su comunidad y rechazada por su marido y familia, y carga la culpa por la extrema violencia que sufrió. Para muchas mujeres las únicas opciones son el silencio – si es posible – o el rechazo (y todas las consecuencias socioeconómicas de esto).

 

El cotidiano de las mujeres en los conflictos armados:

  • En los conflictos denominados “modernos”, el número de víctimas civiles es mucho más importante que el de las víctimas militares y está mayoritariamente constituido por mujeres y niños;
  • Aumento sistemático de la prostitución en los alrededores de las bases militares o campamentos militares durante los conflictos armados con la regulación de casas de prostitución “oficiales” que sirven para el reposo del guerrero. Muchas veces se trata de mujeres violadas y desterradas de sus comunidades y así forzadas al tráfico humano y a la prostitución;
  • Las mujeres deben ocuparse de la vida cotidiana, de sus niños, buscar y preparar alimentos para comer, etc.; en tiempos de conflictos dichas tareas se vuelven muy difíciles y a menudo arriesgadas (destrucción de su casa, cese de aprovisionamiento de víveres, dependencia de las ONG, aumento de precios, etc). Una vez que el conflicto termina, las mujeres normalmente se encuentran con una familia reducida (habiendo perdido al marido, hijos, miembros de su familia, etc) y deben enfrentar solas el cuidado de los niños, de los ancianos y de los enfermos. Si los maridos vuelven, frecuentemente están severamente heridos, física o psicológicamente, luego de haber vivido los horrores de la guerra;
  • Una gran taza de desplazamiento resulta en un número altísimo de mujeres qu se convierten den refugiadas;
  • Las mujeres viven la constante humillación en tiempos de conflictos y después (por ejemplo, las mujeres palestinas son víctimas constantes del hostigamiento sexual en puestos de control de Israel, también conocidos como “barreras de humillación”);
  • El número de armas en circulación aumenta drásticamente, las mujeres son obligadas a cargar armas para protegerse, fortaleciendo la cultura de la violencia y de la fuerza (ej. Darfur). Niños son obligados a luchar, torturar y matar en nombre de las milicias armadas, ejércitos  nacionales y grupos guerrilleros;
  • La violencia doméstica aumenta durante los conflictos armados y después, si los maridos retornan a la casa;
  • Los integrismos (de todas las clases) aumentan en tiempos de guerra, lo que vuelve más frágil la situación de las mujeres (negación de los derechos  humanos fundamentales, etc.);
  • Las libertades fundamentales son mermadas en nombre de “garantizar a la seguridad nacional”;
  • Los presupuestos militares pesan mucho en las finanzas públicas lo que disminuye las inversiones en los servicios públicos (salud, educación, seguridad social, viviendas, protección del medio ambiente) que las mujeres necesitan para ellas y sus familias como usuarias y como trabajadoras.

Feminismo

Hay muchas perspectivas que defienden la importancia de las mujeres en la construcción de una cultura de paz. Hay aquellas, por ejemplo, que defienden que la participación de las mujeres como instrumentos centrales para el proceso de pacificación debido a su papel natural o espiritual como creadoras de vida, y al hecho que son naturalmente menos proclives a la violencia. Mientras que nuestra visión vincula el patriarcado y el capitalismo con la guerra, hace un llamamiento a la desmilitarización y cree que la cultura de paz va más allá de la mera ausencia de guerra. Así, luchamos por los derechos de las mujeres en áreas de conflicto, por la eliminación de la violación y esclavitud como armas de guerra y protestamos contra la impunidad de los atacantes, Estados y grupos. Nuestras acciones contra la guerra y militarización demandan también la inclusión de las mujeres en los procesos de pacificación, defienden la desobediencia civil como reacción a la agresión, y buscan la construcción de articulaciones transnacionales y el rechazo al imperialismo.

Para una visión activa de paz tornarse una realidad, necesitamos luchar por el reconocimiento entero y activo de los derechos de las mujeres, una participación igual de las mujeres en los procesos de construcción de la paz, la erradicación de la pobreza, violencia y exclusión, la promoción de la solidaridad, la existencia de un sistema de justicia independiente y una educación que no valorice la violencia ni el comportamiento sexista.

La resolución 1325 del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas (ONU) subraya el impacto de la guerra sobre las mujeres y requiere que los estados miembros incluyan a las mujeres en todas las negociaciones de paz y  en los procesos de resolución de conflictos. Su aprobación fue el resultado del trabajo hecho por las organizaciones y acciones de mujeres, incluyendo la Acción Internacional de 2000 de la MMM.

Frente a la lucha contra la militarización, demandamos:

  • La reducción del los gastos militares, o sea, del presupuesto público utilizado para la compra de armas, la instalación de bases militares, la manutención de ejércitos e sus infraestructuras. El fin de incentivos para la fabricación y comercio de armas;
  • El fin inmediato de acuerdos sobre bases militares extranjeras;
  • La retirada de tropas presentes en países donde el conflicto ha terminado o donde los acuerdos militares caducaron;
  • El fin de la criminalización de la protesta y de los movimientos sociales, la pobreza y las migraciones, que se en la manipulación ideológica de la lucha contra el terrorismo y a favor de la seguridad nacional para legitimar el uso de la guerra y del propio terror para controlar a las mujeres, pueblos y recursos naturales;
  • La punición de los perpetradores de la violencia hacia las mujeres en situaciones de conflictos (sean gobiernos, fuerzas paramilitares, grupos de guerrillas, cascos azules de la ONU, como también por parte de sus maridos o parientes);
  • La participación de las mujeres (con igual importancia que los hombres) en los procesos de prevención y gestión de conflictos así como de manutención de la paz y de procesos de construcción pós-conflitos.

Y nos comprometimos a:

  • Denunciar el papel de la industria de armas en el mantenimiento de los conflictos, la militarización y en la manipulación de las políticas gubernamentales para este fin, así como de gobiernos y empresas transnacionales que aprovechan económicamente del conflicto (control de recursos naturales – petróleo, agua, minerales, entre otros) en su propio territorio o de otros.
  • Realizar amplio proceso de educación popular para preparar a las mujeres en torno a temas como acuerdos sobre bases militares, los recursos naturales de los territorios / países, motivos económicos y políticos de los conflictos, la participación de los países que apoyan o producen las guerras, la industria de armas, etc. También para preparar las mujeres para que contribuyan a quebrar el código de silencio en relación a la violencia sexual y otras formas de violencia en zonas de conflictos.
  • Difundir la realidad de los países y regiones en conflicto, incluyendo los conflictos “ocultos” en todo el mundo, y la doble violencia extrema (violación y rechazo) sufrida por las mujeres en esta situación, mediante la difusión de informaciones textuales y audiovisuales (como películas, fotos y audios), con el objetivo de la MMM actuar como una Red de Alerta capaz de profundizar la reflexión y motiva a la acción urgente frente y en apoyo a los actores involucrados en un conflicto;

Reexaminar críticamente la presencia de las fuerzas de “mantenimiento de paz” de la ONU en situaciones de conflicto – con base en testimonio de mujeres víctimas y protagonistas de la paz – en vistas de su pasividad, ineficiencia para conseguir la paz y la impunidad de la que gozan como perpetradores de violencia contra las mujeres.


[1] El uso  del término «Comunalismo» se halla generalizada en  toda el Asia del Sur para describir los abusos sistemáticos de la religión con fines políticos. Describe el proceso de constitución política de identidades comunitarias según ejes religiosos; de modo que una relación de antagonismo es creada entre la propia comunidad religiosa de uno  y la «comunidad religiosa del otro». Prejuicio, tensión y conflicto organizado a nivel social entre comunidades religiosas componen el comunalismo (Harsh Kapoor, Mujeres bajo leyes musulmanas, Unidad de Investigación y documentación).

[2] A pesar de que la cobertura mediática es generalmente tendenciosa o de muy poca calidad.

[3] Hay una percepción común de que la militarización en el mundo se acentúa, en la medida en que los gastos militares mundiales tuvieron un crecimiento real de 45% en los últimos diez años. La tendencia de expansión continúa, entre 2006 y 2007 el aumento promedio de los presupuestos militares en los países fue del 6%. En 2005 los Estados Unidos mantenían 737 bases militares activas en otros países con un contingente de 2 500 000 personas (soldados, etc.), que en 2007 los gastos militares de los Estados Unidos representaron el 45% del gasto mundial. Un fenómeno más reciente es el aumento considerable en el número de mercenarios privados también aumenta considerablemente: de un total de 330 000 soldados, que estaban en Irak en 2007, 180 000 mil son miembros de empresas de seguridad privada.