En el lanzamiento de la 5a. Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, el 8 de marzo, Día Internacional de la Lucha de las Mujeres, expresamos nuestra posición política ante el contexto actual, con la consigna “¡Resistimos para vivir, marchamos para transformar!” Estamos en resistencia al ataque del capital contra la vida, al aumento del conservadurismo y el autoritarismo en diferentes partes del mundo.
Resistimos la ofensiva neoliberal y conservadora que atenta contra la vida y el trabajo de las mujeres y los pobres. Resistimos a la militarización de los cuerpos, las vidas y los territorios, promovemos las luchas anticapitalistas y antiimperialistas, y denunciamos la persecución de los migrantes. Nos enfrentamos al poder de las corporaciones transnacionais, agentes directos del capital y aliadas de las élites de los Estados, que avanzan sobre los territorios y acaparan, controlan y privatizan la tierra, transforman la naturaleza en mercancía y contaminan el agua, los alimentos y nuestros cuerpos.
Marchamos para transformar nuestras vidas y cambiar el mundo. Proponemos y construimos otras formas de organizar la economía, situando la sostenibilidad de la vida en el centro de nuestras prioridades. A partir de nuestras prácticas, construimos la agroecología feminista, articulada con las luchas por la justicia climática y la soberanía alimentaria. Marchamos para transformar la organización del poder, construyendo desde abajo el cuestionamiento de las jerarquías y los autoritarismos de los Estados al servicio de las élites.
Marchamos contra el racismo, por una sociedad sin muros y por la autodeterminación de los pueblos, construyendo un feminismo internacionalista, popular y militante del día a día. Seguimos aprendiendo de los pueblos originarios formas de pensar y sentir el mundo que sustentan la vida en comunidad y cultivan la alegría en la resistencia. Marchamos con nuestros cuerpos, nuestras voces, nuestros ritmos y nuestra creatividad, subvirtiendo las imposiciones neoliberales sobre nuestras subjetividades y nuestras formas de vivir.
En el 2020 nuestra trayectoria cumple 20 años de vida. «La Marcha Mundial de las Mujeres nació de una acción de mujeres que se unieron en todo el mundo para actuar contra el neoliberalismo», nos cuenta Graça Samo, coordinadora de la Secretaría Internacional de la Marcha y miembro del Fórum Mulher de Mozambique. Con un movimiento mundial organizado, contribuimos a reposicionar el feminismo y a afirmar que cambiar la vida de las mujeres y cambiar el mundo sólo es posible colectivamente y en movimiento, situando la realidad concreta de las mujeres en el espacio público. Junto con otros movimientos sociales demostramos que otro mundo es posible. Y nos enfrentamos al libre comercio, a las empresas trasnacionales y al saqueo que llevan a cabo en todo el mundo.
Las movilizaciones del 8 de marzo de 2020 fueron multitudinarias y el movimiento feminista internacional es mucho más grande y poderoso que hace 20 años. Porque formamos parte de esta trayectoria, marcamos el lanzamiento de la 5a. Acción Internacional con nuestra historia de movilización, de construcción de propuestas de manera conjunta y articulada. No separamos el debate de la acción: nuestra memoria de décadas y nuestros procesos colectivos son nuestra fuerza. «Nuestra solidaridad internacionalista se basa en el feminismo que resiste al capitalismo racista y patriarcal», dice Nalu Farias, del Comité Internacional de la Marcha y de Sempreviva Organización Feminista de Brasil.
Somos mujeres diversas, de diferentes pueblos, grupos étnicos y edades. En el Día Internacional de la Lucha de las Mujeres, las actividades de la Marcha fueron marcadas por esta diversidad y guiadas por el llamamiento de nuestra 5a. Acción Internacional. En Venezuela, la Araña Feminista se unió a otros movimientos en el llamado del 8 de marzo. En el discurso de la Marcha Mundial de las Mujeres se leyeron extractos de nuestro llamamiento a la 5a. Acción Internacional. «Me concentré en dejar claro que, aunque los contextos son diferentes, las mujeres de todo el mundo están resistiendo a las mismas fuerzas», dice Alejandra Laprea, militante de Araña Feminista y MMM en Venezuela. «Todas resistimos al mismo sistema que, con niveles distintos de intensidad y quizás distintas caras, actúa tanto en la Venezuela bloqueada como en las mujeres pobres de los EE.UU. o en las mujeres saharauis. Del mismo modo, somete a las mujeres de los países africanos y a las mujeres pobres de los países europeos, donde supuestamente no existen, a una doble invisibilidad».
Al exigir una remuneración justa para las trabajadoras, la MMM de Quebec ha hecho visibles a estas mujeres pobres en su territorio. El 6 de marzo, la coordinación de la Marcha en Quebec entregó oficialmente a la ministra responsable de los asuntos de la mujer, Isabelle Charest, una demanda de reconocimiento concreto del trabajo de la mujer, con un aumento del salario mínimo a 15 dólares por hora. En una semana de acciones para dar visibilidad a nuestra lucha, también expresó su apoyo a las mujeres inmigrantes y su oposición al patriarcado, al racismo y al colonialismo.
En Chile, con la represión diaria, las redadas, las detenciones arbitrarias, la violación del derecho de libre circulación y del derecho a la información, por segundo año consecutivo la convocatoria del 8 de marzo se realizó de forma colectiva por muchos movimientos y sacó a la calle a una enorme multitud. «Lo más importante del llamamiento colectivo es que las mujeres y las feministas se han unido para decir “¡basta! a la opresión y a la desigualdad de esta política neoliberal represiva, que es patriarcal, colonialista y racista. Éramos miles de personas gritando consignas de clase y libertarias, porque eran mujeres de los pueblos, mujeres trabajadoras, campesinas, indígenas, artistas y del mundo de la cultura las que expresaron su repudio a este sistema extractivista y depredador de recursos naturales», dice Mafalda Galdámez, de Chile, miembro del Comité Internacional de la MMM y de Anamuri.
En Bolivia, una movilización sin precedentes el 8 de marzo reunió a una gran diversidad de mujeres determinadas a resistir al actual golpe de Estado neoliberal, violento y racista. «Seguimos luchando contra la discriminación, contra el odio a los indios, la pollera (la falda tradicional de las mujeres indígenas), las trabajadoras, los pobres y las mujeres», dijeron nuestras compañeras.
En Filipinas, a principios de febrero, el gobierno de Rodrigo Duterte aprobó una Ley Antiterrorista que intensifica la represión de los movimientos sociales. Al igual que en Chile, en El Salvador o en Pakistán, los gobiernos formalmente democráticos siguen tomando decisiones contra el derecho de la gente a organizarse. En Quezon City, la MMM realizó una movilización para demostrar que estas medidas no significan mayor seguridad para la población. «Para nosotras, la seguridad humana significa libertad de violencia, tanto estatal como de género. Seguridad significa alimentos en nuestras mesas, trabajos y salarios dignos, valoración del trabajo de las mujeres, educación accesible y de calidad, territorios indígenas libres de explotación, sostenibilidad de la vida, no mercantilización de los servicios públicos, de la naturaleza y de nuestros cuerpos», declararon las mujeres.
El antifeminismo es parte de esa ofensiva autoritaria a la que resistimos. En Pakistán, a pesar de las amenazas de la derecha y de los intentos de impedir las manifestaciones en los tribunales, se han celebrado manifestaciones en las principales ciudades. En la manifestación de Lahore, en la que participó la Marcha Mundial de las Mujeres, 5.000 mujeres ocuparon la Carretera de Egerton durante más de cuatro horas – y se lanzó la 5a. Acción Internacional. «Fue una hermosa demostración y una demostración del poder de las mujeres», dice Bushra Kaliq, del Comité Internacional de la MMM y de Wise (Mujeres en Lucha por el Empoderamiento). Fuertes eslóganes, discursos, presentaciones teatrales y canciones feministas fueron los distintivos. Con el creciente impulso de la movilización de las mujeres, las órdenes religiosas y ultraconservadoras de Pakistán tienen miedo y amenazan a las mujeres activistas. En Lahore e Islamabad, las fuerzas religiosas organizaron protestas paralelas, con mujeres en burkas y carteles con lemas antifeministas como «Nuestro cuerpo, la elección de Dios». Allí, como en otros países, nuestra respuesta es la lucha.
En Brasil, la acción se lanzó en 17 estados y la MMM concretó el lema de la acción en el eslogan «Fora Bolsonaro». Las mujeres identifican este gobierno neoliberal, misógino y racista con una política de muerte, destrucción de las políticas públicas inclusivas, elogio del machismo y ataques a las defensoras y a los defensores de derechos. Los lanzamientos estuvieron marcados por las batucadas, los recordatorios de la historia de la MMM y la presentación del significado político de esta acción, además de demostrar las propuestas que las mujeres construyen en la vida cotidiana para transformar la vida y la economía, como por ejemplo la agroecología. En muchas ciudades, el lanzamiento se organizó de forma simultánea con grandes movilizaciones convocadas de manera unitaria por los movimientos sociales.
En Guadalajara, México, la manifestación fue histórica: 35.000 mujeres salieron a la calle —nos cuentan las compañeras—, algo sin precedentes en la ciudad para cualquier movimiento social. La batucada de la MMM participó a la manifestación, igual que sonó en las calles de El Salvador, Francia, Honduras y Brasil. Carmen Díaz Alba, activista de la MMM, habló con la comunidad universitaria unos días antes sobre el movimiento. Ella enfatizó que este es un feminismo en marcha. «Señalamos lo que no queremos en nuestras vidas, pero también lo que queremos. Y actuamos para construir esta alternativa. Identificamos a las mujeres como sujetos de cambio social», dijo. Y destacó que uno de los logros más importantes de la MMM es haberse aliado con otros movimientos sociales en los que las mujeres participan y realizan acciones articuladas en ámbitos locales hasta generar impactos transnacionales.
Luchamos contra la violencia como cuestión estructural, presente en diversas causas y expresiones. Un ejemplo es el Estado de Guatemala, que, al igual que otros Estados, debería ser garante de los derechos humanos pero ha aumentado la represión y la criminalización. Ante esto, «invitamos a las mujeres jóvenes, a las comunidades y a la población a indignarse, a organizarse, a manifestarse y a salir a la calle en solidaridad a expresar su compromiso con una sociedad que se preocupa por la vida y exige tolerancia cero con la violencia, el empobrecimiento y el despojo de nuestros territorios», declaró la MMM el 8 de marzo.
Brasil, México, Argentina, Honduras, El Salvador, Guatemala y Bolivia son los países más peligrosos para las mujeres y América es la segunda región más peligrosa para las mujeres del mundo. En Honduras, la Asamblea de Mujeres Luchadoras dijo «¡No más feminicidios, la vida de las mujeres importa! ¡Justicia para todas las mujeres!». Denunciando la violencia política, la Marcha celebró la memoria y pidió justicia para las mujeres luchadoras, como Berta Cáceres, activista asesinada en 2016 en Honduras, o Marielle Franco, asesinada en 2018 en Brasil.
Desde los campamentos de refugiados saharauis, las mujeres protestaron contra los ataques a los derechos humanos en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Expresaron su solidaridad y su apoyo a las hermanas de los Territorios Ocupados en Marruecos, empezando por la prisionera activista Mahfuda Bomba Lefkir, detenida arbitrariamente por expresar su derecho a la libertad y la dignidad de su pueblo.
Es por la vida de las mujeres. En El Salvador, las compañeras de la Marcha participaron a las manifestaciones del movimiento feminista. En las calles denunciaron el retroceso de importantes logros del movimiento feminista debido a los recortes realizados por el gobierno de Nayib Bukele, que redujo el presupuesto de programas como el destinado a combatir la violencia contra las mujeres. También exigieron la despenalización del aborto en casos particulares. Al igual que en otros países, en El Salvador la ley condena a miles de mujeres y niñas a embarazos de riesgo y mantiene en prisión a decenas de mujeres con ingresos bajos, acusadas de praticarem abortos. Piden la legalización del aborto en casos particulares y la liberación de las mujeres en prisión. Las manifestaciones también denunciaron el intento de golpe de Estado de febrero, el aumento de la militarización y la persecución política por parte del gobierno de Bukele, en contravención de los acuerdos de paz de 1992. Saben que, en los regímenes autoritarios, las primeras en sufrir son las mujeres. En lugar de la militarización, exigen oportunidades de trabajo, salarios y pensiones dignas y una sociedad libre de violencia.
En Perú se organizaron manifestaciones en Lima y en varias otras ciudades, las movilizaciones se intensificaron y muchas mujeres jóvenes participaron, al igual que en otros países, donde las nuevas generaciones de feministas se van uniendo a la lucha. Las mujeres de la MMM Macronorte de Perú se movilizaron para denunciar el avance de las empresas multinacionales contra los bienes comunes, uno de los temas centrales de nuestra Acción Internacional. Se trata del acceso al agua, un bien común utilizado por las empresas en detrimento de la población, al igual que en Chile, donde la privatización del agua es una de las causas de las movilizaciones populares que se han producido desde 2019. En Perú, las empresas mineras están contaminando las reservas necesarias para abastecer a la población. «Nosotras, las mujeres, seguimos en pié de lucha. Nos enfrentamos al sistema las 24 horas del día, porque estamos en constante escenario de riesgo, tanto en la calle como en casa, debido a este regalo del neoliberalismo patriarcal feroz. (…)», fue la declaración de las compañeras, que rechazan «las actividades de extracción, el agronegocio, el fundamentalismo religioso y las empresas multinacionales en nuestros territorios y en nuestras vidas».
En la ciudad de Maputo, Mozambique, la justicia climática —la lucha para que las transnacionales y los bancos que devoran el planeta respondan del impacto de sus actividades en la vida de las trabajadoras, de los pobres, de los campesinos y de los pueblos nativos— fue uno de los temas de la manifestación organizada por la MMM. En Bangladesh, Bélgica, Benín, Suiza, el País Vasco, Galicia, Cataluña y los Estados Unidos, las mujeres de la Marcha realizaron movilizaciones y actividades de lanzamiento.
En Mont-Dore, Nueva Caledonia, se lanzó la 5a. Acción en la víspera de una consulta popular sobre el estatus del país con respecto a Francia. «La economía neoliberal descontrolada y el sistema colonial se alimentan de la dominación patriarcal, racista e imperialista. Es esencial desarrollar nuestra resistencia para invertir las desigualdades. Aquí, cuestionamos el lugar, el estatus y los derechos de la mujer en el proyecto constitucional de nuestra ‘Nación’, la víspera de un referéndum sobre el futuro de nuestro país», dice Françoise Caillard, del Comité Internacional de la MMM y la Asociación MWA Ni JE.
En Kenya, además de las actividades en las comunidades de Mombasa y Nairobi, se celebró un partido de fútbol para celebrar nuestras luchas. Un partido feminista, con mujeres determinadas a derrotar el patriarcado. Consulte las acciones y las actividades alrededor del mundo en las páginas de la Marcha Mundial de las Mujeres en las redes sociales.
Han pasado cuatro semanas desde el Día Internacional de Lucha de las Mujeres, que sacó millones de personas a las calles. Ahora, cada vez más mujeres viven y denuncian el riesgo del coronavirus y todo lo que la pandemia está revelando sobre el capitalismo autoritario y neoliberal: la falta de inversiones en la sanidad pública, las desigualdades que obligan a las mujeres a trabajar en condiciones de riesgo o a perder sus ingresos, la violencia de los Estados que ahora aprovechan para incluir en las medidas restrictivas por razones de salud iniciativas de control y represión de las poblaciones. Somos testigos de la repetida transferencia de riqueza a las oligarquías, en lugar de su distribución y la protección de la mayoría de las poblaciones. Y la violencia doméstica que ahora amenaza a las mujeres encerradas en sus casas con agresores potenciales. Tenemos nuevos desafíos en nuestra lucha por la valoración y la sostenibilidad de la vida, por los servicios de salud pública, por el reconocimiento de los trabajos de cuidado, así como por el reparto de este trabajo entre toda la sociedad, y por una verdadera democracia.
Seguimos luchando por un mundo donde la vida es el centro. Una vida que vale la pena vivir. Por eso dejamos aquí la huella de nuestra lucha y el lanzamiento de nuestra 5a. Acción Internacional. Como dice la declaración de nuestras compañeras de la Marcha en Francia: «El 8 de marzo no debe ser un día sin mañana. Gracias a las movilizaciones de las feministas, en Francia y a nivel internacional, esta jornada de manifestaciones es un momento privilegiado de visibilidad de la permanencia de las luchas. La lucha de las mujeres es una fuerza presente a lo largo de la historia y en nuestra vida diaria. Lleva el sello de la rebelión y del sueño. Seguimos en acción para construir una sociedad basada en los valores de la solidaridad, la libertad, la igualdad, la paz, la justicia, que respete nuestras vidas y el planeta.»
En el año 2000, cuando nos alzamos con personas de todo el mundo contra el neoliberalismo, en grupos de base de mujeres de diferentes países y territorios, creamos una plataforma para luchar contra las causas de la pobreza y la violencia de género. En 2005, los grupos de la Marcha redactaron la Carta de las Mujeres para la Humanidad, que presentaba los cinco valores para el mundo que queremos construir: paz, libertad, justicia, solidaridad e igualdad. Una gran colcha fue tejida colectivamente por las manos de las mujeres de cada país y territorio donde estamos organizadas, simbolizando así la solidaridad internacional feminista y mostrando la fuerza de las mujeres en movimiento. En 2010, lanzamos el eslogan que resuena en las calles hasta hoy: «Seguiremos en marcha hasta que todas seamos libres». En 2015, la estrategia de la 4a. Acción Internacional fue reforzar la resistencia al avance del capital en nuestros territorios: nuestros cuerpos, nuestro trabajo, nuestro lugar de vida y nuestra acción. La próxima fecha del calendario internacional de la 5a. Acción Internacional fue el 30 de marzo, Día de la Tierra Palestina, en el que llevamos a cabo actividades y manifestaciones de solidaridad con las luchas de las mujeres palestinas, kurdas, cachemires, saharauis, vascas y catalanas, así como con tantas otras en todo el mundo que luchan por el derecho a la autodeterminación, contra la militarización y la guerra. Consulte aquí otras fechas de nuestro calendario.
Nuestras acciones internacionales son, desde el año 2000, momentos de movilización para todas, conectando nuestros procesos y nuestras luchas con la fuerza global del feminismo en movimiento y con nuestra propia memoria y fuerza. Son momentos de construcción y expresión de nuestra síntesis política, cuando nos articulamos desde el ámbito local, regional e internacional y presentamos nuestras denuncias, propuestas y alternativas. Las informaciones que nos llegan de nuestras compañeras sobre cada territorio nos muestran, una vez más, que somos fuertes cuando caminamos juntas. Al observar el movimiento de las mujeres en todo el mundo, reconocemos nuestros símbolos y nuestra identidad política, así como la necesidad de continuar construyendo la Marcha Mundial de las Mujeres, este movimiento permanente de lucha feminista, anticapitalista y antirracista.
¡Resistimos para vivir, marchamos para transformar!
#MarchaenAccion2020